La Fundación Konrad Adenauer en Alemania promovió a principios de diciembre una conferencia del jurista Udo di Fabio, ex juez del Tribunal Superior de Justicia de Alemania, sobre la “Cultura de la libertad.”
En su libro del mismo nombre, publicado en 2005, di Fabio afirma que la libertad individual no puede existir y no funcionará si no está incorporada a “comunidades indispensables,” como la familia, la nación y la comunidad religiosa. Para él, la libertad siempre está orientada al futuro. La risa y el llanto de nuestros hijos, sus dudas y curiosidad, todo esto expresa lo que la sociedad futura podría ser. La libertad vive de la orientación al futuro: “El hombre no es libre tan sólo cuando amolda su personalidad, sino también cuando se arriesga a crear una familia y a vivir en familia, cuando ofrece un futuro común a sus hijos.”
Di Fabio , al reflexionar sobre la noción de libertad, pone el énfasis en que ella no es un “valor” en sí, pero si describe una “cualidad” de la existencia del hombre que constituye la base para el uso de su razón. La dignidad humana no es “descartable,” afirma, sino que está consagrada en la Constitución alemana en su primer artículo.
No es auto evidente, afirma, pero lo que por fortuna percibimos hoy es una “falta de crítica constructiva,” indispensable para el desarrollo del individuo como persona. Son la familia y el matrimonio que, como comunidad, complementan la libertad humana. Por ello, el Estado colocó a la familia y al matrimonio bajo su protección especial, como se destaca en el mismo artículo de la Constitución alemana.
Di Fabio identificó algunos problemas relacionados con la relación entre la libertad individual y el papel de la familia y de la educación. Recalcó que una comunidad es indispensable para que el ser humano se desenvuelva libremente y se convierta en una persona, con su formación como persona modelada por la familia y por la educación.
Como ejemplo, se refirió a una reciente conversación suya con representantes del sector educativo y cultural del estado de Renania del Norte-Westffalia, sobre escuelas para niños y jóvenes con necesidades especiales (llamadas en Alemania Brennpunkt-Schulen).
La conversación le pareció completamente distante, ya que estaban hablando sobre planes de educación, pluralidad y tolerancia. Sin embargo, cuando intervino para decir que en las escuelas (en particular las especiales) los alumnos deberían aprender a ponerse de pie cuando un profesor entra en el aula, fue duramente criticado. Di Fabio respondió que eso sonaba como si fuese necesario llamar a la policía para impulsar ese principio fundamental. ¿Para qué analizar objetivos educativos y programas, si ese principio elemental de respeto del otro está en juego?
Observó que el mero uso de la palabra “respeto” provoca reacciones negativas en personas de la generación de 1968, que clamaban por la resistencia a todas las “autoridades” de las escuelas y universidades. Sin embargo, observó, la noción de “respeto mutuo” es esencial, y una sociedad funciona a partir de tales “virtudes secundarias,” que incluyen el respeto, la puntualidad, etc. Estos son principios elementales del orden y no se necesitaría de leyes para ponerlos en práctica, pues corresponden a los “principios fundamentales de la vida cívica.”
Di Fabio mencionó, como otro ejemplo. Para él, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, “es el resultado final de una década de erosión” del país. Se refirió también al movimiento de los “Chalecos amarillos” de Francia, que expresa el disgusto de grandes partes de la sociedad con la élites y su ridículo impuesto ecológico. Pero, afirmó, el que las protestas fueran acompañadas de explosiones de violencia señala un problema profundo.
Mencionó la noción de la “cultura de la disputa” (“Streitkultur”), la que describe como una cultura que pretende establecer diferentes puntos de vista por medio del diálogo –algo con lo que los alemanes tienen dificultades-, y observó que la sociedad “intermediaria” –la familia, el matrimonio, la vida religiosa- se debilita a la par de la atención de la política, en busca de una solución. Es claro que no puede haber “espacio sin ley” en la sociedad y no hay “seguridad sin libertad.”
Si los jóvenes migrantes perciben que las “virtudes secundarias” se toman en serio en la sociedad, ellos respetarán el orden, dijo. Lo que vemos es una falta de orientación, con un mundo intermediario erosionado, en el que la religión, que interpreta el mundo trascendental, se está desgastando. El filósofo católico Charles Taylor observó correctamente que la sociedad secular es un lugar donde la búsqueda de la religión se transfiere al espacio secular, es decir, a la política.
Observó que, sin embargo, la cuestión es si realmente queremos “políticos moralizadores.” El preámbulo de la Constitución de Alemania declara explícitamente el mandato del amor cristiano hacia el prójimo, el Estado social y la paz. Esto muestra que los ciudadanos alemanes tienen derechos humanos esenciales, los cuales fueron definidos en general por la filosofía española del siglo XVI, que definía que los derechos del hombre se derivaban de la religión (derechos trascendentales).
Para di Fabio el problema actual es que, si los valores religiosos se debilitan más, terminarán “viajando en el espacio político.” Esto se puede observar en Estados Unidos, donde se ve cómo los demócratas defienden una sociedad pluralista diversificada, mientras que el Tea Party lucha contra el género y otros problemas, para defender lo que considera los valores elementales estadounidenses. Tal tendencia, a largo plazo, lleva a “guerras religiosas.”
Di Fabio advirtió del peligro de que, cuando se presentan las decisiones políticas de tal forma que quien se oponga a ellas se le califique de “malo,” a largo plazo puede producir rabia y odio. “Por lo mismo, no podemos desafiar infinitamente los recursos socio culturales de nuestra sociedad, La verdad fundamental es que nuestros hijos necesitan de calor y de estabilidad en la educación y en la familia. Tenemos que ser orientados al futuro –el comienzo de una nueva era, que se guíe por los principios de la fuerza de la familia y del matrimonio, como pilares esenciales de la sociedad.”